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Columnas

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24 de enero de 2025

El regreso de Trump

Trump y América Latina: un regreso que asusta

Una nueva presidencia de Donald Trump ha comenzado, y luego de cuatro años fuera del poder, el republicano regresa sintiéndose como el salvado por Dios para recuperar a Estados Unidos de su “decadencia” y empezar una nueva “era dorada”. En el continente americano, el segundo mandato de Trump genera preocupación y desconcierto para varios líderes de la región, inciertos sobre cómo serán gestionadas las deportaciones masivas, claves para su triunfo electoral el pasado noviembre. Otros líderes, al contrario, han expresado su fuerte apoyo al nuevo gobierno en Washington, especialmente Javier Milei y Nayib Bukele.

Para comprender mejor cómo será la relación política de Donald Trump con sus contrapartes latinoamericanos, es necesario contextualizar la política de la región y entender en qué países gobierna la izquierda y en cuáles la derecha. El mapa político de América Latina es marcadamente de izquierdas, gobernado la derecha solo en Argentina, Paraguay, Ecuador, Panamá, Costa Rica, El Salvador y Puerto Rico (Uruguay también es gobernada por un partido de derechas hasta que asuma Yamandú Orsi la presidencia el 1° de marzo y el país será también gobernado por la izquierda).

El lunes, luego de asumir, mientras firmaba decretos y hablaba con periodistas internacionales en el Salón Oval, fue consultado sobre cómo sería la relación entre EE.UU. y Brasil, a lo que el mandatario respondió que serían buenas porque: “nosotros no los necesitamos, ellos nos necesitan, todos nos necesitan” -algo que también dijo de Canadá-. Para Trump el vínculo con sus vecinos al sur parecería ser prescindible, y dependiente de si sus contrapartes acuerdan ideológicamente con él o no.

En un mundo interconectado, resulta erróneo considerar que los Estados vecinos son innecesarios y que mantener buenas relaciones no facilita también alcanzar los objetivos nacionales. En el caso de Trump, aún más. Para lograr las deportaciones masivas, la administración de Trump dependerá de conseguir acuerdos con los mandatarios latinos. Ministros y ministras de asuntos exteriores de diez países se reunieron el 17 de enero en México D.F. para mantener una postura unificada ante la situación, asegurando que para comprender la migración es fundamental la cooperación internacional y tratar sus causas estructurales. Asimismo, expresaron que no tienen la obligación de recibir aviones con deportados sin antes negociar, y aseveran que las deportaciones masivas no se pueden realizar unilateralmente. Si no se trabaja cercanamente con los países latinos para resolver las causas estructurales de la inmigración ilegal, las deportaciones masivas serán meramente un parche al problema y no una solución real y sostenible a largo plazo. El 47 presidente de Estados Unidos sí necesitaría de la región para cumplir su mayor promesa.

Las diferencias ideológicas de Trump y las y los presidentes de América Latina, especialmente la de sus vecinos más próximos -y de dónde proviene la mayor cantidad de inmigrantes ilegales-, marcarán el pulso de las relaciones bilaterales y, posiblemente, les impacte negativamente. Después de todo, no es ningún secreto que múltiples mandatarios no están felices, ni tranquilos, con el regreso de Trump a la Casa Blanca. Pero, el regreso no es una mala noticia para todos. La extrema derecha latina, que gobierna con Bukele en El Salvador y con Milei en Argentina, al igual que la europea, encuentra gran valoración con la elección de Trump. En el caso argentino, el gobierno espera que la relación bilateral sea excelente y signifique beneficios políticos y económicos. El problema: Milei y Trump tienen concepciones opuestas en cuanto al comercio internacional porque Milei cree en el libre comercio y considera que la intervención estatal es la única causante de fallas en el mercado. Por su parte, Trump promete proteccionismo y elevados aranceles a los productos importados. ¿La afinidad ideológica beneficiará realmente económicamente al gobierno de Milei o la mirada de Trump de prescindir de América Latina incluye a Argentina? Probablemente la segunda opción sea la más probable.

Lo que sí se puede asegurar es que, en términos políticos, la agenda cultural de la extrema derecha latina se ve reforzada y respaldada. En su discurso inaugural, Donald Trump expresó que: “la política oficial del gobierno de Estados Unidos será que solo existen dos géneros: masculino y femenino” y que “terminará la política del gobierno de tratar de intentar imponer la raza y el género en cada aspecto de la vida pública y privada”. A los días, en Davos, Milei pronunció un controversial discurso en el que atacó al feminismo, al colectivo LGTBI+, a organismos multilaterales, y a la inmigración. Muy en sintonía con Trump, criticó el acceso al aborto, las penas por feminicidio, la prevención del cambio climático, la identidad de género, las cuotas de diversidad. Milei acusó a homosexuales de ser pedófilos y al decir que una pareja del colectivo había sido condenada por “abusar y filmar a sus hijos adoptivos durante más de dos años” y que quienes defienden el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo son en realidad “promotores de la agenda sanguinaria y asesina del aborto, una agenda diseñada a partir de las premisas maltucianas de que la superpoblación va a destruir a la Tierra”.  ​

 

La retórica de la extrema derecha resulta muy peligrosa, estos discursos pronunciados por líderes políticos legitiman acciones de odio y violencia del Estado y de individuos hacia grupos minoritarios. Legitima el racismo, la misoginia, la xenofobia, la homofobia, la transfobia; legitima el odio y la intolerancia a la diversidad y ataca las libertades individuales. La extrema derecha, que parece declararle la guerra al wokismo y a la “ideología de género”, encuentra en Trump su aliado más poderoso, con gran capacidad de influenciar la política internacional. Probablemente el regreso de Trump hará que esta ideología extremista crezca aún más en América Latina, como lo viene haciendo a nivel occidental desde su primer mandato.​

 

El segundo mandato de Trump recién comienza, sus efectos políticos, culturales y económicos en la región todavía están por verse. Lo cierto es que, al igual que con los políticos de Estados Unidos, Trump intentará mantener buenas relaciones con quienes le sirvan y se alinean, sin cuestionar, con él y su agenda. La izquierda latina podría ver en Trump una figura que movilice la unidad regional, generando acuerdos multilaterales y fortaleciendo posturas frente a Estados Unidos y las amenazas de Trump de renombrar el Golfo de México, recuperar el control de Panamá y las deportaciones masivas. Por el contrario, la derecha, aunque gobierna en menos países, encuentra en Trump su mayor figura de legitimación y apoyo de su agenda.

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